Joy mandó solicitudes a otros internados y escuelas secundarias privadas en el 8.vo grado, pero ninguno le ofreció la ayuda que ella necesitaba. Un miembro del consejo de la escuela Community Prep, quien había ofrecido sus servicios de consultoría educativa a los estudiantes, llevó a Joy a su entrevista final en la Escuela Dublín, un pequeño internado en las montañas del sur de New Hampshire.
Ese día, el Director de Admisiones en Dublín confrontó a una muy motivada, aunque angustiada joven, a medida que Joy exponía sus experiencias de solicitudes a las escuelas y el trabajo con las oficinas de ayuda financiera. El Director fue franco con Joy y cauteloso al manejar sus expectativas. Le dijo que, si bien entendía su frustración y desafíos, sabía que ella enfrentaba una realidad injusta. El hecho era que las escuelas privadas podían ayudar a otros cinco estudiantes con una beca parcial O podían aceptar a Joy con una beca completa. Joy apreció su honestidad. Cuando se le invitó a hacer un recorrido por el campus, Joy dijo que estaría feliz de hacerlo, pero que no era necesario. Ella sabía que quería y necesitaba estar allí. Luego, el Director se reunió con el miembro de la junta que había llevado a Joy a la escuela y decidieron hacer juntos el recorrido aquella tarde. En todo momento, Joy trató de calmar su entusiasmo sin perder la esperanza de que un milagro le permitiera asistir a esa escuela.
Unas semanas más tarde, Joy recibió en el correo un envoltorio delgado proveniente de la Escuela Dublín. Antes de abrirlo, le pidió a Dios fortaleza para ser capaz de prosperar en la escuela secundaria pública donde había comenzado a asistir en caso de que esa carta le diera las mismas noticias que había recibido de otras escuelas. Luego procedió a abrir la carta para leer «Felicidades...» y una declaración de que una deuda inicial de US$ 0,00 se haría efectiva el 1 de septiembre. ¡Joy comenzó a empacar!